lunes, 11 de diciembre de 2017

De tiempo en tiempo

Hay veces donde parece que el tiempo se hace humo, o que transcurre de manera muy rápida y no guarda relación con la relatividad sino más bien con la abstracción mental y el ensimismamiento que produce alguna actividad que realizamos.
Para algunos, esta situación es indicador que lo que se está realizando es algo donde está nuestra pasión, aquello que amamos hacer.
Sea cual sea la razón, es importante a mi juicio, valorar ese tipo de actividades y tener la suficiente conciencia para descubrirlas dado que es algo que nos satisface a nivel personal, teniendo el cuidado que lo que se hace no sea una alimentación al ego o al narcisismo.
El ritmo de vida actual, marcado profundamente por esa rutina laboral estresante, la convivencia en ciudades hiperpobladas y con personas cada vez más individualistas, hace cada día más difícil encontrar el momento para hacer las cosas que nos apasionan.
De cierto modo, el peso de lo social nos va simplificando y modelando, empaquetándonos en estereotipos socialmente aceptados. Entonces, todo lo que nos haga distinguirnos de los demás surge como un acto de rebeldía, una nota disonante en el concierto monótono de la vida diaria.

domingo, 4 de enero de 2015

Las puertas de oro (10º parte)

Llegó un momento en el que no pude seguir leyendo el manuscrito. Era una antigua pieza fabricada con cueros de animal donde alguien escribió la historia que he estado contando. Motivado por una enorme curiosidad, busqué referencias de lugares donde posiblemente se ubicaba el monte donde estaba el templo sagrado con las puertas de oro.
Tardé años, la búsqueda fue intensa, tuve que investigar en bibliotecas, entrevistar personas de avanzada edad para escuchar de ellos antiguos relatos transmitidos de una generación a otra sólo por tradición oral. Aquellos cuentos se confunden entre la fantasía y la realidad.
Finalmente encontré un lugar cuyas características coincidían con los relatos que había escuchado y las referencias de los textos, en la actualidad es un terreno yermo, árido, donde la tierra fue lavada por la lluvia y la erosión dejando la roca desnuda y gris.
Pude subir y llegar a la cima, desde allí se observa el valle, otrora fértil, ahora convertido en áridas planicies.

domingo, 26 de enero de 2014

Las puertas de oro (9º parte)

Al otro día comenzaron temprano con la meditación, el sacerdote esperaba al muchacho bajo la sombra de un gran árbol. Estaba sentado con su mano derecha sosteniendo un báculo mientras miraba hacia la cabaña.
Los tenues rayos de sol iluminaban cálidamente el paisaje. Al ver a su maestro en aquel lugar el muchacho se sentó al lado de él como a un metro y medio de distancia.
Sin decir palabra alguna, ambos permanecieron inmóviles por largas horas. El sol ya expresando toda su fuerza y calor, despertaba todo lo que tocaba, vegetación, los insectos, las aves todo se movía.
De pronto una mosca se paró sobre la nariz de Gabriel, el muchacho que no pudo aguantar la sensación del insecto caminando por su cara, con la mano trató de cazarla distrayéndose de la meditación. El sacerdote al sentir el ruido del tosco movimiento moviendo el báculo asestó un certero golpe en la cabeza de Gabriel.
El muchacho gritó del dolor y dirigiendo una mirada de rabia protestó contra el maestro:
¿Por qué lo hiciste?
El anciano murmuró:
Las sensaciones que percibes están en tu mente, valora el delicado caminar de esa mosca que te permite sentir que estas vivo.



viernes, 24 de enero de 2014

Las puertas de oro (8º Parte)

Cuando llegó a la cabaña, encontró sentado en una silla junto a la mesa al sacerdote apoyaba su mano derecha en un báculo y la izquierda sobre la rodilla. El anciano lo miró al llegar y le dijo:
-Gracias-
El muchacho un poco desconcertado enseñó a su maestro el contenido del morral. El aroma de los frutos silvestres, las hierbas y los hongos inundó la pequeña cabaña de muros de piedra.
El anciano se levantó y tronando los dedos, encendió el fuego de la chimenea. Tomó un par de hongos agregó unas papas y zanahorias que tenía sobre la mesa y las echó a hervir en una gran olla con agua que estaba colgando sobre el fuego. Al calor del fuego, el anciano habló:
-Las personas pueden ayudarte en tu crecimiento, siempre encontrarás alguien que ha compartido tus mismas inquietudes y compartiendo con ellos puedes nutrir tu espíritu. No sólo con llenar tu estómago creces.-
El muchacho sorprendido y a la vez con una curiosidad infinita por saber cómo se enteró de aquel anciano en el camino, preguntó:
-¿Pero si yo no se con quién me encontraré, cómo puedo estar preparado?
Si vives en alerta sólo por tus pensamientos sin considerar todo tu ser hasta la última fibra de tí, nunca estarás preparado y sólo vivirás encerrado en tu jaula mental. El conocimiento y la sabiduría útil que te servirá en todo lo que hagas no proviene de una mente obnubilada.

miércoles, 22 de enero de 2014

Las puertas de oro (7º Parte)

Estando así, ensimismado mirando el río, Gabriel poco a poco comenzó a escuchar el ruido de una carreta que se acercaba lentamente hacia él. Cuando pudo verla notó que era conducida por un anciano. El ruido se hizo más y más fuerte hasta que llegó al puente, ahí el viejo dirigiendo la mirada al muchacho preguntó:
¿Este es el camino al pueblo?
-Si este es, sígalo no hay otro-. Respondió Gabriel con una voz que derramaba melancolía.
-Gracias, pero ¿Que te pasa?¿Te sientes mal?¿O estas perdido y no sabes a donde ir?-Preguntó el anciano con una voz pacífica.
El muchacho sollozando y con voz triste contestó:
-No se donde ir, si volver a casa de mi familia o seguir con mi maestro. Extraño lo que dejé. Estoy confundido  y no se que hacer. ¿Te ha pasado algo así?-
Escuchame bien, yo no se de maestros así que no puedo decirte nada de eso. Yo sólo se lo que he vivido y sobre las cosas que he hecho o dejado de hacer, risa y llanto, dolor y felicidad todo eso lo he conocido. Soy un viejo como ves y aun a pesar de mis años sigo eligiendo lo que tengo que hacer. Mira yo no te diré lo que tienes que hacer, pero si has estado en la ciudad has conocido el ruido que existe y a pesar de aquello aun puedes escuchar si pones atención el canto de un pájaro cerca de ti. Muchacho, que tu cabeza con su ruido mental no oculte el dulce sonido de tu corazón. Gracias por indicarme el camino, espero que tu encuentres el tuyo.
Gabriel miró como se alejaba la carreta y el ruido se iba haciendo cada vez mas suave hasta que desapareció junto con el viejo.



martes, 21 de enero de 2014

Las puertas de oro (6º Parte)

Gabriel bajó la colina para adentrarse en el bosque, ahí abundaban frutos silvestres, hierbas terapéuticas, hongos comestibles y animales de caza. Llevó su morral, un cuchillo y una lanza. Cuando llegó ya era medio día  y el sol se colaba por entre las hojas de los grandes árboles, se escuchaba el sonido del agua en movimiento de un arroyo que cruzaba el lugar.
Llenó su morral de frutos, hongos y un par de hierbas medicinales que conocía desde pequeño. Siguió aguas abajo por la orilla del arroyo hasta que encontró un claro y el camino que conducía al pueblo. Un puente de madera unía los extremos del camino. Una sensación de nostalgia invadió su cuerpo, comenzó a recordar a su familia y sus pensamientos se enredaron creando historias sobre lo que les pasaba a ellos.
Miró fijamente el puente y se acercó para tocar la madera. Ahí se quedó un buen rato viendo el fluir del río, escuchando los sonidos del bosque.

domingo, 19 de enero de 2014

Las puertas de oro (5º Parte)

Continuaron con la rutina meditativa por una semana, con rigurosa disciplina el sacerdote indicaba los tiempos.
Un día en la mañana cuando llegó el sacerdote vio al muchacho sentado fuera de la cabaña sentado sobre una roca llorando amargamente.
-Levántate y sígueme.- Dijo el sacerdote.
Gabriel obedeció, enjugando sus lágrimas con el pañuelo que le dio su madre al salir de casa.
Caminaron hasta las grandes rocas que estaban en el camino a la llegada del templo.
Lee aquello escrito en esa roca, ordenó el sacerdote.
El muchacho se acercó a la piedra y en voz alta leyó: Hasta aquí llegarás.
Ahora lee la otra.
Dice: Camina sólo tú. No entiendo, ¿A que se refieren?
Muchacho, cuando llegaste aquí te detuviste ante estas dos grandes piedras y viste el templo. Traías tus cosas en ese viejo morral que cargabas. También en tu mente cargas con creencias, recuerdos y conocimientos fruto de una educación  y  de la experiencia de todo lo que has vivido. Si has venido a este lugar no ha sido solamente para quitarme la llave o abrir el templo, comenzaste un viaje que va más allá de los límites de estas señales y esta travesía es únicamente tuya.
El muchacho confundido no supo que preguntar.
Al ver la expresión del rostro de Gabriel, el sacerdote comentó:
Si estas confundido hoy ordenarás tu cabaña, surtirás de agua fresca los depósitos y recolectarás frutos en el bosque bajo la colina. Eres libre de volver o marcharte.
Gabriel sin decir nada, fue a la cabaña a ordenar sus cosas.