Llenó su morral de frutos, hongos y un par de hierbas medicinales que conocía desde pequeño. Siguió aguas abajo por la orilla del arroyo hasta que encontró un claro y el camino que conducía al pueblo. Un puente de madera unía los extremos del camino. Una sensación de nostalgia invadió su cuerpo, comenzó a recordar a su familia y sus pensamientos se enredaron creando historias sobre lo que les pasaba a ellos.
Miró fijamente el puente y se acercó para tocar la madera. Ahí se quedó un buen rato viendo el fluir del río, escuchando los sonidos del bosque.
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