lunes, 13 de enero de 2014

Evitamos el dolor y el sufrimiento

La ciencia médica a través de la farmacología ha descubierto y sintetizado numerosas drogas para inhibir el dolor.  El cuerpo experimenta dolor cuando está sucediendo algo en él que lo saca de su equilibrio dinámico. Entonces, es una respuesta sensitiva que nos alerta que algo está pasando en nuestro cuerpo.
Sin querer ofender a nadie, una simple descripción del sufrimiento es que es causado por el dolor físico o algún "dolor psicológico" (por ejemplo la tristeza) y es una sensación que experimentamos ante los estímulos del entorno.
A lo largo de la historia de la humanidad, se ha buscado la forma de evitar el sufrimiento, calmar o suprimir. El ejemplo sublime de esto lo representa Buda. En la mitología judeo cristiana, la figura de Job representa el personaje que es sometido a mucho sufrimiento para probar su fe. En los mitos griegos el sufrimiento está presente en el castigo que Zeus propinó a Prometeo tras robarle el fuego del carro para dar vida a los hombres.
Para evadir el sufrimiento también existen medicamentos y las más diversas drogas, todas ellas con la finalidad de calmar esa sensación de aflicción.
Pero si no enfrentamos ese sufrimiento si sólo lo evadimos es como esconder la basura bajo la alfombra, lamentablemente a veces preferimos no confrontar todo lo que no está haciendo sufrir y guardarlo en algún lugar de nuestra memoria o sin darnos cuenta en el inconsciente.
La sociedad actual tampoco ayuda mucho a liberarnos de los sufrimientos en el momento que suceden, nos demanda actuar con prontitud en todo lo que hacemos por lo cual la falta de tiempo para nosotros mismos es el principal vicio que existe hoy en día. El modelo patriarcal machista impone que los hombres deben ocultar sus sentimientos sentencias como "los hombres no lloran" causan más dolor y sufrimiento que un golpe.
El dolor y el sufrimiento son parte de la experiencia de vivir así como lo es la felicidad y el amor. Podemos conectarnos con la energía del amor que es inherente a todos nosotros para que en momentos de dolor y sufrimiento podamos enfrentarlos y superarlos.
En una ocasión de mucho dolor y sufrimiento por la partida de un ser querido, yo estaba en la entrada del lugar donde se velaba el fallecido recibiendo a las personas que venían a apoyar a la familia, en un instante sentí toda esa energía que transmitían las personas y fue como un gran abrazo cálido lleno de compasión.
Podemos dar esa energía que está conectada con el amor que poseemos para llevar paz, felicidad.


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