Al salir me fui caminando por la calle principal y en una parada de micros vi a un amigo que esperaba el bus. Dudé en saludar, él estaba concentrado mirando en dirección desde donde venían los buses sin fijarse en lo que pasaba a su alrededor. Dije su nombre en voz alta y miró desconcertado, dirigiéndose donde estaba yo me dio un afectuoso saludo y felicitaciones. Nos fuimos caminando hasta el centro de la ciudad, conversando y disfrutando de un cálido día sábado de Octubre.
Por estas y otras situaciones, creo que el aislamiento, la separación que uno hace es una total ilusión, no podemos estar separados de los demás y todos somos una gran familia social. Por más aislado que se encuentre alguien, siempre existirá una o muchas personas que están cerca, la distancia no es una limitación. La separación, los límites, el lenguaje, las creencias, etc, son impuestos a lo largo de nuestra vida por la familia, la sociedad, la cultura, religión, etc.
El universo, la casualidad, nos regala oportunidades para compartir con los demás.
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