viernes, 27 de diciembre de 2013

El temor a los cambios

Queremos controlarlo todo y nuestro ego ejerce la autoridad para asegurar el mundo en el cual se mueve. Como herencia primitiva tenemos un instinto que busca acumular cosas y eso mismo nos causa inseguridad por temor a perder lo que atesoramos.
Si ustedes están familiarizados con temas de autoayuda o espirituales incluso religiosos, es común leer o escuchar que nos dicen algo como "deja la seguridad de lo conocido y entrégate a la incertidumbre".
A simple vista parece muy fácil pero la resistencia mental y el temor hace que sea un acto de valentía mas que algo natural o voluntario.
La excesiva racionalidad, pensar en planes elaborados creyendo considerar hasta lo más mínimos detalles es algo ilusorio, siempre existe la probabilidad que por algún motivo se produzca un resultado no previsto. Hasta la naturaleza esconde bajo ese manto de profunda perfección el resultado de muchas mutaciones, ensayos y errores evolutivos que han logrado la supervivencia de cada una de las especies que habitan hoy en día la tierra, desde lo más ínfimo como bacterias o virus hasta los grandes mamíferos como las ballenas.
Por alguna razón nos resistimos a los cambios queremos jugar siempre a ganador y no arriesgar nada. Nos enseñan a tener vidas ordenadas a cumplir los mandatos sociales y vamos como zombies caminando por las calles viviendo como autómatas, si algo nos parece inseguro o arriesgado no lo hacemos. Lo más terrible que caemos en depresión si se desordena nuestra forma de vivir, si por alguna razón perdemos algo de seguridad (como un empleo) entramos en desesperación y muchas veces no sabemos que hacer.
El soltar las expectativas y abandonar la certeza de lo conocido nos vuelve a la dimensión de la cual siempre hemos estado inmersos, una donde todo puede pasar y las posibilidades son infinitas.
¿Y existirá alguna receta?
Estar atentos al momento presente concentrado en cada instante, calmando los diálogos internos de la mente, con un corazón en paz, un cuerpo sereno con necesidades templadas y satisfechas. Para lograr esto, bueno, conocerse a uno mismo, meditar, sanar bloqueos emocionales, trabajar la dimensión espiritual del ser.

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