En aquellas noches oscuras de invierno o cuando por algún motivo se cortaba el suministro eléctrico, no quedaba otra alternativa que acercarse al fuego de la cocina a leña y a la luz de las velas escuchar por la radio a pilas algo de música y las noticias que causaron el apagón.
Mi abuela Pancha, poseía un amplio conocimiento de cuentos campesinos que iban desde historias de duendes hasta brujos, también tenía sus chascos o esas situaciones que ella vivió o alguno de sus parientes.
Recuerdo claramente cuando hablaba sobre los duendes, que se les podía oír como reían de una forma aguda y que se movían por entre las paredes de madera de las casas. Su habilidad era tal que en la oscuridad de la noche no se veían.
Ella nos contaba que una vez su hermano al entrar en una habitación donde sintió ruidos y al tratar de asir un hacha por accidente tocó a uno de ellos, entonces le contó que sintió la textura de la manta con la que se cubría el duende y su cuerpo era delgado casi como apretar huesos y piel. El sólo hecho de tocarlos ya era algo maligno y como consecuencia su hermano perdió la movilidad de la mano que tocó al duende. Tardó tiempo en recuperarse y sólo lo hizo por la intervención de una curandera que sacó el "mal".
Otro dato curioso es que en la noche se puede detectar su presencia en los campos porque usan una especie de luces que actúan como pequeños reflectores de luz y se divierten enfocando las cosas en la oscuridad.
Una creencia campesina es que aparecen en las casas donde hay niños "moros" es decir que no están bautizados y una huella que dejan es cuando defecan en las paredes y sus heces liquidas dejan una marca que chorrea por los muros.
Una forma de ahuyentarlos era maldiciendo y diciendo groserías, según lo que contaba mi abuela se iban ya que se ofendían.
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