En los medios de comunicación (tv, radio, redes sociales), abundan personas con una obsesión compulsiva por opinar de todo, así en la tv encontramos a periodistas o analistas de la "realidad", opinólogos, comentaristas, etc.
Si bien es cierto que la elección de ver o escuchar algo es individual, no es menos cierto que debido a la saturación de los medios con esta verborrea generalizada, hace imposible abstraerse de esta invasión.
El problema no son los medios ni las personas sino más bien la soltura y sin sentido en la que se cae al juzgar, opinar, hablar sobre temas que a veces los opinantes no tienen un mínimo de conocimiento. Los medios buscan la polémica para aumentar las audiencias cautivando a un público ávido por saber el desenlace de las peleas que se inflan artificialmente.
Fabricamos pensamientos y nos surge la necesidad de comunicarlos opinando, juzgando y todo esto lo hacemos usando nuestro intelecto. Nos volvemos adictos a pensar, también nos enseñan que si no pensamos somos tontos.
Sin lugar a dudas que el intelecto y los pensamientos nos ayudan a desenvolvernos en el medio, pero está sobrevalorado ya que somos más que máquinas pensantes, entonces el verdadero reto es encontrar el silencio mental y callar el opinólogo interno que nos llena de pensamientos inútiles.
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