En el periplo que significa buscar empleo y encontrar uno donde pueda ser parte de una empresa y no un esclavo de ella es algo que desespera a cualquiera.
Hoy fui a una entrevista laboral para una pequeña empresa, de partida el lugar donde se ubicaba era apartado y complicado para llegar usando locomoción colectiva o auto. Me recibió el dueño en una pequeña oficina de dos habitaciones. Conversamos un rato sobre lo que el buscaba y también de mi experiencia profesional.
Más allá de los comentarios protocolares sobre los conocimientos y de las necesidades de la empresa, me quedó claro que lo que buscaba era alguien que tuviera la suficiente disposición para hacer un trabajo básico de evaluación de proyectos (estudio de ofertas económicas y técnicas) y pudiera además apoyar en otras labores administrativas. Así la gran oportunidad de empleo se fue desinflando hasta quedar reducida a ser apoyo y reemplazo por vacaciones de la persona encargada del tema.
A veces es imposible saber a priori a que tipo de empresas uno postula e ingenuamente envía sus antecedentes desconociendo la realidad laboral que ofrecen, muchas postulaciones son ciegas.
La hora de la verdad se da en el momento de la entrevista y es necesario ser hábil para preguntar por aquellos detalles que den atisbos sobre lo que sucede en el interior de la empresa y no encontrar sorpresas una vez estando trabajando ahí si resulta positivo el encuentro.
Ahora bien, en todo orden de cosas ¿Qué tan explícitos somos en nuestras busquedas? ¿Sabemos realmente lo que buscamos? Para el caso de esta entrevista, el dueño de la empresa no tenía claro lo que buscaba ya que todo lo que aparecía en la oferta era una exageración, una enorme descripción que realmente no era lo que necesitaba.
Finalmente como experiencia sirve y como dice el maestro Jodorowky, entre hacer y no hacer elegir siempre hacer y en este caso entre ir o no ir a las entrevistas siempre será mejor ir a todas.
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